AFORTUNADO EL VULNERABLE

Los días posteriores a la inauguración estuvieron colmados de nervios. En el piso de las chicas solo se respiraba desasosiego. Amalia estaba en plena etapa de exámenes y próximamente tenía un concierto, el cual también debía ser ensayado. 


Por su parte, Matilda sólo vivía pendiente de Sergio y del teléfono sin respuesta de interés por su obra. Entre ellas no hubo comunicación ni conexión visual aquella semana. Una vivía encerrada en la biblioteca mudándose en ocasiones al conservatorio o a su habitación y cuarto de baño. La otra en la tienda y pasando noches en bares y en el estudio de su nuevo ídolo. 


Esa distancia temporal tampoco suponía motivo de conflictos tipo «pasa de mi». 
Sin embargo, el sábado por la tarde esa separación se estrechó y el plural de «ellas» se impuso. Cuando Amalia llegó a casa de ensayar vió a Matilda encogida en el sofá llorando. 



¿Qué ocurría?
- Adivina...
-¿Sergio?
- Sí, él y todo...

Todo se le había venido encima. Nadie se había llevado su arte colgado en la galería y el propietario se lo había hecho recoger. Se sentía un fracaso. Para más, Sergio se había ido de viaje por tres meses debido a exposiciones y paredes blancas faltas de colorear. Él vendía por millones y ella no sabía ni si aún regalando, alguien querría uno de sus dibujos. 


Pero no era solamente esa especie de envidia y vergüenza lo que le entristecía... Sino que además estaría sin ver a este chico que la había enamorado durante un largo periodo, y esa idea le aterraba. 


Es imposible ser selectivo en lo que se quiere vivir y experimentar. No se puede dejar de ver lo desagradable sin dejar de ver lo bello; o cierras los ojos siempre o los mantienes abiertos. 


No hay nada de terrible en ser imperfecto y que te vean así. 
- No entiendo porque mentiste a Sergio diciéndole que la «post-exposición» estaba siendo un éxito y que todo iba sobre ruedas... y que además, un galerista importante estaba interesado en ti... ¿Tan avergonzada te sentías? - Matilda asintió con la cabeza- Ya... entiendo, querías impresionarlo, no defraudarlo pensando que de lo contrario él no seguiría «encandilado» de ti...

Pues no, tenía que dejarse ver vulnerable. 
Siempre nos dicen que hemos de destacar por encima de los demás, ser competitivos y más que ambiciosos. 



Nada más y nada menos, que la antesala perfecta para dar paso a  la frustración. Y sinceramente, el auténtico gesto de valentía y coraje es saber y reconocer que somos imperfectos. Si nos dejáramos empujar más por esta corriente todos nos veríamos como iguales y no como rivales dignos de envidia.


- Es verdad que siempre te digo que somos «super-heroínas», pero hoy cambio la versión y reconozco que también las sombras nos sientan bien... y la tuya, especialmente, te queda maravillosamente perfecta...


...Hoy también te digo que tu «fracaso» no es una debilidad sino el camino más directo a la valentía. Olvídate del «¿qué dirán?». No te sientas ridícula por estirar bien la mano para que te la cojan y ayuden, porque ya te digo hoy también que no consentiré que te conviertas en una «alcohólica-pastillera» ni que me digas «es así porque lo digo yo» para ahogar o esconder tu vulnerabilidad.

En cuanto a los miedos que le invadían por estar separada de su «caballero grafitero» por lo qué sucedería durante esos meses, lo mejor era que si le gustaba tanto aplicara esta teoría y lo diera todo a sabiendas que posiblemente perdería. El amor no tiene garantías. 


Acabaron el sábado en compañía de una cena japonesa a domicilio, cervezas y tertulias. La una y la otra tenían que ponerse al día y volver a ser ellas.



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