EL ESPEJO DE LA IDENTIDAD



Charles Cooley (sociólogo americano) afirmaba que todo individuo aprende a juzgarse a sí mismo en base al modo en que los demás lo juzgan; de manera que el concepto que uno tiene de sí es un "yo reflejado". Las personas adquieren su propia imagen conforme a las formas en que otros individuos reaccionan a sus acciones.
Conforme a ello, Amalia tenía derecho a construir un retrato de Blanca gracias a los comentarios que hacían sus amigos en su muro. Si la imagen que se revelaba a través de esta red social era positiva y favorable, la sensación que Blanca tendría de sí misma sería la de una estima elevada que reforzaría todas sus conductas. Sólo desde los otros se puede tener noticia inicial de quién es cada uno.






Blanca era una chica muy pero que muy mona, rubia, de pelo largo ondulado y desaliñado, ojos grandes azules, piel blanca, boca perfectísima... bueno, lo que podría decirse una muñeca de chica.




Musicalmente se armonizaban, eran muy "indies" las dos, podrían haber coincidido perfectamente en el festival "Primavera Sound" que se había celebrado apenas cuatro meses, ya que ambas habían asistido. Seguramente que se cruzaron en alguno de los paseos de cambio de escenario, o que bailaron a pocos metros de distancia durante la actuación de Tame Impala o Simian Mobile Disco.



Era posible atribuirle el cartel de dulce, divertida, disponible, desinteresada, delicada, deslumbrante y disertante.


Todos estos adjetivos "D" no eran más que conclusiones que se desprendían de los posts que sus amigos le escribían  para 1) que les acompañara en sus salidas nocturnas o compartir la mesa de cualquier terraza repleta de cervezas (Divertida);





2) que les ayudara con mudanzas o sacar fotografías, este nuevo arte tan vanguardista y moderno capaz de alterar y deformar la realidad y del cual todo el mundo se proclama muy fan experto y profesional;





3) agradecerle todas las acciones del punto 2 (Desinteresada); 4) piropearla y recordarle lo bella que es (Delicada y deslumbrante).





Y Dulce y Desinteresa por las respuestas que daba a sus admiradores-amigos, largos y colmados de ternura.


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